Odio esta maldita sensación. Tú
allí a 11,4 Km. de mi, y yo aquí sentada en el suelo de mi habitación mirando
por la ventana esperando que aparezcas con esa maravillosa sonrisa. Música de
fondo, millones de ejercicios sobre mi mesa esperando ser hechos, miles de
redacción esperando ser escritas y miles de folios esperando ser aprendidos,
pero no consigo levantarme y ponerme con ellos. No logro sacarte de mi mente ni
un solo segundo. No lo logro sonreír si no estas cerca. No logro seguir.
Días como hoy, que son muchos más
de los que yo quisiera, me hacen darme cuenta de que esto no es fácil. Envidio mucho
a esas parejas que se ven cada día, que pueden estar juntos horas y horas
puesto que solo tienen que andar varios minutos hasta poder ver a su otra
mitad.
Suena a topicazo, yo misma lo
pensé muchas veces antes, pero la distancia es muy dura. Es horrible no poder
estar contigo cada vez que me plazca, dependemos de muchos factores y no
solemos tenerlos todos de nuestra parte. Solo me complace el poder hablar
contigo las horas que quiera, pero nada comparable a estar entre tus brazos y oír
las palabras que salen de tu boca.
Ambos nos enfadamos cuando
pasamos tanto tiempo sin vernos, nos cabreamos con nosotros mismos y sentimos
la maldita impotencia de no poder hacer nada. Me paso las horas recordando esos
momentos grabados en las fotografías y reviviéndolos en mi cabeza, deseando
poder estar ahí, en ese mismo instante, solos tú y yo.
Cualquiera que lea esto puede
pensar que no te veo desde hace meses, puede parecer exagerado pero para mí es
muy difícil estar sin ti tanto tiempo. Tú haces que mi mundo sea menos puto, y
solo tú consigues que me olvide de todo, haciéndome sentir millones de
mariposas en mi interior y teniendo en la cabeza solo risas y alegrías.
Sé que esto no es nada comparado
con el año que se nos viene encima cuando me tenga que ir a estudiar fuera,
pero al menos me está sirviendo como aprendizaje. Pasarme días o incluso
semanas sin verte, me hace darme cuenta más aún si cabe de lo importante que
eres para mí, y de cuanto te necesito.
Uno de mis grandes miedos es que tú
no veas las cosas del mismo modo que yo: que te moleste no poder verme pero que
seas capaz de vivir sin mí, que te duela pero que te acostumbres, que me
quieras pero que te canses de esta situación… Si lees esto, te darás cuenta de
que mi único miedo es perderte, puede que te enfade o que pienses que soy tonta
por pensar así, quizás ambas cosas pero al fin y al cabo, no puedo cambiar mis
miedos.
Daría lo que fuera por poder
pasar contigo las veinticuatro horas de mis días durante el resto mi vida. Siempre
he sabido en mi interior, que me enamoré de ti aquella noche en las escaleras de
la feria cuando te sentaste a mi lado para darme calor y hacerme sentir bien a
las tres de la madrugada sin importarte nada que apenas nos conociéramos. Llevo
enamorada de ti 512 días y sigues despertando en mí ese sentimiento de
nerviosismo que te hace sentir que mueres por dentro cuando el chico por el que
te vuelves loca te sonríe. Siempre hemos dicho que nos tendríamos que haber
conocido antes, y sí ojala, pero no cambio absolutamente nada de todo lo vivido
a tu lado. Momentos buenos y malos, no hay duda de eso, incluso lo nuestro no
es tan perfecto, pero al fin y al cabo todos vividos contigo, y créeme, eso es
el mayor regalo que me has podido hacer en la vida.
Escribir siempre me hace sentirme
mejor pero no cambia el hecho de que no estés aquí, es tarde y debo continuar
con las cosas del instituto. Nos vemos esta noche en mis sueños mi vida… Te amo
infinitamente, ten claro que esto nunca acabará.
Jesús, 23 de julio de 2011.